viernes, 1 de mayo de 2009

Diez

Todo es fugaz cuando lo miras de lejos. Se pasaban las horas y no había razones para alejarme. Vi todo lo que estaba enfrente, no había nada que cambiar. Ningún cuerpo pesaba menos en mis ojos. Deje de esperar que llegara alguien, solo vi pasar palabras. Se quedaron cenizas, colillas de cigarro, bolsas y más bolsas de basura. Había miradas, nadie hizo preguntas, nadie dijo nada.

Pensé en todos los motivos para quejarme, todo lo que quiero cambiar. Nada era tan cierto como ese momento. La mente dejo de brincar, dejo de gritar, dejo de callarme. Estaba sin más, sin fijarme, sin concentrarme. No pude verme y no pude verte. Saque los recuerdos, borre los mensajes que esperaban ser reales, todo lo que falta se escurrió de cada imagen. Deje mañana para mañana.

El cielo y el suelo estaban demasiado cerca. Juntos parecían una foto enorme, de esas panorámicas que no acabas de ver. Era una escena típica que cualquier otro día hubiera querido guardar. Esa tarde todo estaba en movimiento, nada dejó de ser por los minutos que sobraban de silencio. La espera y la hora eran solo palabras, números inciertos entre desesperación. Mi sonrisa fue y dejo de ser, como todo lo demás. Esta es la primera vez que pasa.
No tuve miedo de olvidarme de ese instante.

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